SALTA, 28 NOV. 2005
Expediente Nº 684/74.-
RESOLUCIÓN CS Nº 498/05.-
VISTO las
presentes actuaciones por las cuales la Prof. María Beatriz Bonillo y el Dr.
Guillermo Andrés Baudino, docentes de esta Universidad, presentan proyecto de
modificación de la Fórmula de Juramento para la entrega de diplomas a los
egresados de las distintas carreras que se dictan en la Universidad Nacional de
Salta, y
CONSIDERANDO:
Que el
análisis realizado en la propuesta profundiza cada uno de los aspectos
atinentes al:
1. Estatuto
cultural del juramento;
2. Estatuto
lingüístico del juramento;
3. Análisis
diacrónico de las fórmulas de juramento de la Universidad Nacional de Salta;
4. La
relación entre las transformaciones de las fórmulas y el proyecto institucional
de la Universidad enmarcado en un amplio contexto nacional;
5. Homenaje
al Dr. Holver Martínez Borelli, quien fuera en el período 1973-1974 Rector de
la Universidad Nacional de Salta, quien marcó un derrotero que los autores
quieren destacar en su propuesta al decir: “Ese
ideario, alejado de toda ortodoxia, encarnó en una propuesta original con una
Sede Central y Sedes Regionales, en la posibilidad de ingreso de quienes no habían
cumplido otras etapas del sistema educativo, en la creación de carreras que
respondan a necesidades reales e irresueltas en la provincia, en la estimulación
de formas de participación colectiva y comunitaria para vivificar prácticas
universitarias que traduzcan vivamente la esperanza, la confianza, la certeza
de que la educación es la herramienta privilegiada para que todo pueblo diseñe
su propio proyecto de desarrollo y liberación. La U.N.Sa nace bajo ese signo de
distinción en el conjunto de las universidades nacionales, no lo hace para
sumar al modelo más canónico sino para alimentar otro, muy implicado en la
construcción social”.
Que del
análisis global de la propuesta se re escribe un texto que revaloriza el
compromiso de los graduados con el valor democrático y de solidaridad social
que, de ser seguidos, contribuirían a la construcción de un País mejor.
Que rigen
en nuestra Universidad las Resoluciones C.S. N° 465/86, C.S.
Nº 264/99 y 308/01, que establecen las fórmulas actuales de juramento.
Por ello y atento a lo aconsejado
por la Comisión de Docencia, Investigación y Disciplina, mediante Despacho
Nº 309/05,
EL CONSEJO SUPERIOR DE LA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA
(en su Decimonovena Sesión Ordinaria del 17 de noviembre
de 2005)
R E S U E L V E:
ARTÍCULO 1°.- Acoger el Anteproyecto “El FUEGO Y LA VIDA..., LAS MUTILACIONES..., LAS INCLUSIONES...” “Consideraciones
sobre las fórmulas de juramento de la U.N.Sa”, elaborado por la Prof. María
Beatriz Bonillo, docente de Sede Regional Tartagal y el Dr. Guillermo Andrés
Baudino, actual Vice Decano de la Facultad de Ciencias Naturales, cuyo texto
obra como ANEXO I de la presente.
ARTÍCULO 2°.- Aprobar las siguientes fórmulas para el
juramento de los graduados de la Universidad Nacional de Salta:
Fórmula a)
“Señoras
y Señores:
La Universidad Nacional de Salta les hace
entrega, por mi intermedio, del título que acredita la suficiencia en la
profesión que han elegido, comprometiéndolos al leal desempeño de la misma
mediante su incorporación a la comunidad de la que formamos parte y a la que
deberán servir. Por ello, esta Universidad les pide juramento.
¿Juran por Dios, por la Patria, por estos
Santos Evangelios y por su honor, ser conscientes de que el título que les
otorgamos es fruto del esfuerzo de toda la comunidad y que, en consecuencia, el
ejercicio de sus profesiones estará al servicio de la justicia social y el
desarrollo regional, nacional y latinoamericano?. ¿Juran ser fieles a estos
principios, respetando y haciendo respetar la Constitución Nacional y
trabajando por la paz y la unidad de nuestro pueblo y demás países hermanos,
anteponiendo el sentido de solidaridad a todo afán de lucro o de prestigio
profesional.?
Respuesta:
Sí, juro.
En el cumplimiento de
este compromiso se reconocerá su honor”.
Fórmula b)
“Señoras
y Señores:
La Universidad Nacional de Salta les hace
entrega, por mi intermedio, del título que acredita la suficiencia en la
profesión que han elegido, comprometiéndolos al leal desempeño de la misma
mediante su incorporación a la comunidad de la que formamos parte y a la que
deberán servir. Por ello, esta Universidad les pide juramento.
¿Juran por Dios, por la Patria y por estos
Santos Evangelios, ser conscientes de que el título que les otorgamos es fruto
del esfuerzo de toda la comunidad y que, en consecuencia, el ejercicio de sus
profesiones estará al servicio de la justicia social y el desarrollo regional,
nacional y latinoamericano.? ¿Juran ser fieles a estos principios, respetando y
haciendo respetar la Constitución Nacional y trabajando por la paz y la unidad
de nuestro pueblo y demás países hermanos, anteponiendo el sentido de
solidaridad a todo afán de lucro o de prestigio profesional.?
Respuesta:
Sí, juro.
En el
cumplimiento de este compromiso se reconocerá su honor”.
Fórmula c)
“Señoras
y Señores:
La Universidad Nacional de Salta les hace
entrega, por mi intermedio, del título que acredita la suficiencia en la
profesión que han elegido, comprometiéndolos al leal desempeño de la misma
mediante su incorporación a la comunidad de la que formamos parte y a la que
deberán servir. Por ello, esta Universidad les pide juramento.
¿Juran por Dios, por la Patria y por su
honor, ser conscientes de que el título que les otorgamos es fruto del esfuerzo
de toda la comunidad y que, en consecuencia, el ejercicio de sus profesiones
estará al servicio de la justicia social y el desarrollo regional, nacional y
latinoamericano.? ¿Juran ser fieles a estos principios, respetando y haciendo
respetar la Constitución Nacional y trabajando por la paz y la unidad de
nuestro pueblo y demás países hermanos, anteponiendo el sentido de solidaridad
a todo afán de lucro o de prestigio profesional.?
Respuesta:
Sí, juro.
En el
cumplimiento de este compromiso se reconocerá su honor”.
Fórmula
d)
“Señoras
y Señores:
La Universidad Nacional de Salta les hace
entrega, por mi intermedio, del título que acredita la suficiencia en la
profesión que han elegido, comprometiéndolos al leal desempeño de la misma
mediante su incorporación a la comunidad de la que formamos parte y a la que
deberán servir. Por ello, esta Universidad les pide juramento.
¿Juran por la Patria y por su honor, ser
conscientes de que el título que les otorgamos es fruto del esfuerzo de toda la
comunidad y que, en consecuencia, el ejercicio de sus profesiones estará al
servicio de la justicia social y el desarrollo regional, nacional y
latinoamericano.? ¿Juran ser fieles a estos principios, respetando y haciendo
respetar la Constitución Nacional y trabajando por la paz y la unidad de
nuestro pueblo y demás países hermanos, anteponiendo el sentido de solidaridad
a todo afán de lucro o de prestigio profesional.?
Respuesta:
Sí, juro.
En el
cumplimiento de este compromiso se reconocerá su honor”.
Fórmula
e)
“Señoras
y Señores:
La Universidad Nacional de Salta les hace
entrega, por mi intermedio, del título que acredita la suficiencia en la
profesión que han elegido, comprometiéndolos al leal desempeño de la misma
mediante su incorporación a la comunidad de la que formamos parte y a la que
deberán servir. Por ello, esta Universidad les pide juramento.
¿Juran por su honor, ser conscientes de
que el título que les otorgamos es fruto del esfuerzo de toda la comunidad y
que, en consecuencia, el ejercicio de sus profesiones estará al servicio de la
justicia social y el desarrollo regional, nacional y latinoamericano.? ¿Juran
ser fieles a estos principios, respetando y haciendo respetar la Constitución
Nacional y trabajando por la paz y la unidad de nuestro pueblo y demás países
hermanos, anteponiendo el sentido de solidaridad a todo afán de lucro o de
prestigio profesional.?
Respuesta:
Sí, juro.
En el
cumplimiento de este compromiso se reconocerá su honor”.
ARTÍCULO 3°. Destacar la iniciativa de los Profesores María
Beatriz BONILLO y Guillermo Andrés Baudino y felicitarlos por la excelencia del
trabajo realizado.
ARTÍCULO 4°.- Derogar las Resoluciones C.S. Nº 465/86, C.S.
Nº 264/99, 308/01, y toda otra norma
que se oponga a la presente.
ARTÍCULO
5º.- Comuníquese con copia a : Sra. Rectora, Facultades, Sedes Regionales, IEM,
Secretarías, Consejo de Investigación, Dirección de Control Curricular, Dr.
Baudino, Prof. Bonillo, UAI y Asesoría Jurídica. Cumplido siga a Dirección de
Control Curricular para su toma de razón y demás efectos. Asimismo, publíquese
en el boletín oficial de esta universidad.-
ANEXO
I – Expediente Nº 684/74.-
“ EL FUEGO Y LA VIDA …, LAS MUTILACIONES…,
LAS INCLUSIONES…”
Consideraciones sobre las fórmulas de
juramento de la U.N.Sa
Autores:
María Beatriz Bonillo - Sede Regional
Tartagal.
Guillermo
Baudino - Facultad de Ciencias Naturales.
INDICE
I. MOTIVOS INICIALES.
II. LAS
PALABRAS Y LAS
COSAS.
a) El
juramento como práctica institucional y cultural
b) El
juramento como hecho de lenguaje.
III. EL CORPUS: LAS FORMULAS DE JURAMENTO DE LA
U.N.Sa.
c) Texto
1: Resolución 471- 73
d) Texto
2: Resolución 529-75
e) Texto
3: Resolución 105-DI-76
f)
Texto 4:
Resolución 194- 79
g) Texto
5: Resolución 465-CS-86
h) Texto
6: Resolución 264-CS-99
i)
Texto 7:
Dictamen 5882/01-Asesor ía
Jurídica
j)
Texto 8: Res. CS.308/01
IV. RELACIONES
ENTRE LAS TRANSFORMACIONES DEL DISCURSO Y EL
PROYECTO INSTITUCIONAL.
1. El fuego y la vida.
2. Las mutilaciones/eliminaciones.
3. La democracia y sus inclusiones.
V. PARA ENCENDER NUEVOS IDEARIOS.
1. Holver Martínez Borelli.
2. Propuesta: recuperación del origen.
VI. CONCLUSIONES.
VII. BIBLIOGRAFIA.
I.
MOTIVACIONES INICIALES
El
encuentro casi azaroso de un panfleto permitió rescatar el texto de aquella
fórmula de juramento consagrada durante la gestión 1973-1974 de HOLVER MARTINEZ BORELLI como Rector de la U.N.Sa.
Como
todo panfleto resultó un texto provocador, interpelante, un texto de márgenes
que desarma todo modelo compuesto o cristalizado; texto que fisura la costumbre
e instala, en el contexto presente, una urgencia: recuperarlo del olvido o de
los recuerdos sesgados.
Esta
exigencia demanda la necesidad de recorrer su territorio y leerlo en relación
con un conjunto de acontecimientos referenciales. La significación que emerge
abreva en ese “archivo” pero, también es posible depositar allí otra
mirada privilegiada: la que busca los sentidos de una forma de legibilidad, espiralada en el tiempo, que la propia
institución universitaria construye acerca de sí misma y sus prácticas.
La
tarea derivó en una recopilación de textos-documentos conformada por la serie
de Resoluciones que autorizaron e instituyeron las diferentes fórmulas de
juramento usadas, en esta Universidad, en diferentes épocas desde 1973, año de
la fundación como institución autónoma, a nuestros días.
Notamos que la
cronología reconstruida no sólo articula una secuencia de
formalidades académicas sino que
devela, también, formas en que una institución impera en la palabra. Es inevitable el reconocimiento de pliegues de la
historia nacional y provincial emergiendo en esos textos aparentemente inocuos,
neutros. Se plantea, entonces, la necesidad de revalorizarlos como “voces” no retóricas, como formas de orden discursivo que hacen plausibles modos del “ser” universitario en distintas etapas
históricas. Una lectura así contextualizada nos los devuelve ya no como textos
automatizados por la burocracia o la maquinaria administrativa sino como versiones parciales,
transversales, elipsis metafórica de la experiencia histórica de la institución tensada entre rupturas, discontinuidades,
resistencias, memoria y olvidos.
Tenemos,
en un sentido, una manera convencionalizada de pensar, interpretar y definir la
esencia de la organización universitaria. La misma destaca:
•
La sustantividad de sus actos de formación de
recursos humanos fundados en la transmisión de conocimientos.
•
El grado de involucramiento en el horizonte social
a través del uso y confrontación de sus saberes con la realidad,
•
El desarrollo de la investigación como espacio de
transferencia y renovación de lo sabido.
Docencia, Extensión e Investigación diseñan, ciertamente, con variable grado de
incidencia el producido intelectual que sale a la luz y refleja lo concretado
como institución.
Estos
ejes aparecen, igualmente, estructurando la letra del discurso estatutario, el
normativo, el de políticas de acción de Unidades Académicas, de Institutos. Se
traslucen en situaciones más próximas y cotidianas: en polémicas gremiales, en
debates que dirimen espacios de poder, en jerarquizaciones que profundizan
desigualdades distributivas, en ausencias y presencias presupuestarias.
La
Institución Académica construye, además, un universo simbólico que, al interior
y exterior de sí misma, congrega, identifica, sustenta. Lo corporiza en
rituales, en emblemas, en usos y “habitus” que dan cuenta de los idearios que la constituyen y evidencia, así,
el rol que ejerce en los procesos de lucha de nominaciones y clasificaciones que alimenta toda operatoria social en torno a la producción de lenguajes. (Bourdieu, 1985)
Reconocemos, entonces,
estos textos como posibles microespacios donde leer críticamente, como ejercicio de
conciencia política, la
consistencia ideológica del decurso de la institución universitaria pública en esta región del país. Enunciados menos usuales como materiales de lectura y análisis del funcionamiento institucional pero igualmente ricos como elementos
producidos y productores de significación.
Inscribimos,
en esta zona, el sentido de este cuerpo de textos conformado por las fórmulas de juramento y que, como todo
cuerpo, habla y enuncia prácticas, regímenes, representaciones, deseos,
alcances de verdad en relación con un proyecto institucional.
Las indagaciones reunidas en este
trabajo son el resultado de los desafíos de re-significación, funcionalización,
de estos mismos materiales que activaron, descarnada y emotivamente, los
mecanismos de la memoria. Son también,
expresión del deslumbramiento en que siempre deriva la aventura del
significante y del reconocimiento del poder constitutivo de las palabras a la
hora de desplegar la potencialidad del
testimonio, del compromiso, de la resistencia.
Por ello, nos
proponemos:
•
Reconocer en la serie de fórmulas de juramentos de
la U.N.Sa, marcas emblemáticas del tiempo histórico en que se sitúan y del
proyecto institucional implícito.
•
Contribuir
a la revalorización de la labor
fundadora de Holver Martínez Borelli
como primer Rector de esta Casa de Estudios.
•
Proponer
la modificación de la
Fórmula de Juramento vigente.
II. LAS
PALABRAS Y LAS COSAS.
a. El juramento como
práctica cultural e institucional
Realizar
un juramento permite, a quien lo expresa, revelar un potencial, establecer un
propósito de práctica fundamental desde un espacio ideológico determinado y
comprometerse en el sostenimiento de
ello más allá de las denegaciones, las oposiciones, las posibilidades fácticas que determinan un fondo de
condiciones para actualizar lo proyectado, lo prometido.
Jurar
es una práctica reconocida
culturalmente. Se fundamenta en la necesidad de explicitar un contrato simbólico entre partes, en torno a propósitos
relevantes. Se traduce en un enunciado austero, altamente convencionalizado y
regulado como hecho de lenguaje: el
juramento. Este se plantea como una declaración formal de que lo declarado,
lo proclamado posee el estatuto de verdad, posee un valor otorgado por consenso
que impregna ese instrumento que lo formaliza: la propia palabra como sustento y garantía del compromiso.
En
ese marco, la palabra pertenece por igual a quien la enuncia y a quien está
destinada; en el mismo entramado, los actores sociales dirimen la legitimidad
de esos parlamentos con los cuales reivindican como razón, como identidad, como
afirmación, un saber, un sentir y un hacer construidos colectivamente. Allí, en
ese horizonte se dibuja una respuesta fluctuante entre la significación social
y el sentido individual.
La
pr áctica del juramento tiene una dimensión histórica. La indagación de sus
orígenes nos remite al reconocimiento de su ancestralidad en la cultura de
Occidente y, también, al valor histórico de la palabra como soporte de idearios
y ritos que explicitan el sistema de creencias, convicciones, costumbres,
jerarquizaciones por las cuales existen
sus instituciones.
El
origen latino de la voz (iurare , jurar; iuramento, juramento) ya
da cuenta de la tradición que la enlaza con usos y convencionalizaciones de
larga data en diferentes instituciones. Estas aseguran para sí, por esa vía, no
sólo la pertenencia sino también la
obediencia, la fidelidad, la lealtad de sus miembros, obligándoles a pasar por
situaciones de desmérito o sanción si no cumplen con los compromisos o
promesas efectuadas. Por ello mismo se invoca, como testigo de acto, la
presencia de Dios, de los pares, de sí
mismo u otros dispositivos, del orden de las creencias identitarias de clase,
de condición o de la corporación a la que se pertenece
Ya
en el siglo XII aparecieron dispuestas las raíces de una lógica de fondo que
articulaba una serie de acontecimientos y procesos políticos, sociales,
culturales y económicos que se materializaban en organizaciones de carácter
corporativo que superaban los espacios monásticos, religiosos y posibilitaban
la emergencia de distintos núcleos de poder intelectual en torno a la
conservación, producción, transmisión y
legitimación de saberes disciplinares.
En
esa época, pleno medioevo, “donde la
vida corporativa está en plena floración en todas las esferas de la actividad pública”
(Durkheim, E. 1992, 118) los trabajadores de profesiones afines se vinculaban
entre sí formando asociaciones, gremios, escuelas, lo suficientemente poderosas
como para imponer respeto y conseguir así que el poder (de la Iglesia) les
garantizara el derecho a existir como instituciones laicas. Estas
constituyeron, progresivamente, escenarios con gran poder de convocatoria de
estudiantes de distintos puntos de la Europa medieval, definieron espacios de
prestigio en torno a figuras de autoridad que las representaban y
particularizaban. Entre ellas definían procesos de oposición, de resistencia,
de superación, de legitimación y se identificaron como centros monopólicos de
generación y transmisión de saber. Este movimiento tuvo su primer centro
importancia en París y abrió las puertas a la creación de las universidades.
Este fue el germen de las Universidades en Occidente.
En
efecto, en la génesis de la institución encontramos la reunión de voluntades y
necesidades de saber en torno a una figura aglutinante: el magister scholarum. Esta micro-red de vínculos entre
discípulos y maestro ostentaba el dinamismo propio de los sectores en expansión
que estaban adquiriendo un peso especial en la dinámica político-social
medieval y para los cuales, la erudición y las prácticas culturales eran
habituales. Se instauraron prácticas discursivas e institucionales destinadas a
regular la producción y circulación de los que se consideraban “saberes legítimos”.
Tales grupos conformaron escuelas; las primeras, ligadas a la iglesia, pronto
resultaron insuficientes para responder a las demandas de los grupos cada vez más
numerosos y activos. Surgieron otras escuelas, más independientes, particulares
que constituyeron una verdadera revolución en el escenario socio-cultural de
esa época. Si bien extienden a ellas la organización eclesiástica están fuera
de la atmósfera monacal, abacial; son laicos que están controlados
indirectamente por la Iglesia y esto favoreció la renovación de las ideas, de
las modalidades de enseñanza, de los enfoques.
Notoriamente, desde mucho antes,
la autoridad religiosa reglamentaba el número de “maestros” en el ámbito de las
escuelas catedralicias para que nada amenazara la tradición, el dogma, y con
ello el poder de la institución. La corporación de maestros, por su lado, había
establecido la costumbre de que quien quisiera desempeñarse en la enseñanza debía
haber seguido durante un lapso de tiempo (cinco a siete años) la guía de un
maestro debidamente autorizado para que luego, le otorgara a su alumno una
especie de “investidura” . La labor del maestro, en ese momento
culminante, no consistía solamente en
la escucha de la lección final sino “ que imponía al debutante las insignias de
su nuevo cargo y después le abrazaba y le daba su bendición”. (Durkheim,íb.)
Esta ceremonia, muy antigua, tanto que no se conoce exactamente la fecha de
origen, se puede tomar como la matriz de
formas posteriores por las cuales se instituye la idea, incuestionable,
de habilitación de un discípulo por parte de su maestro para que pueda ser
recibido en la comunidad como un par. Esto es, graduarlo.
La
puntual indagación genealógica en el orden de estos espacios pedagógicos
posibilita reconocer como antecedentes de las actuales formas de juramento en
las Universidades, a esa antigua ceremonia que se denominó inceptio privilegiando el
sentido de comienzo, de ensayo inaugural, de presentación de una obra maestra.
Era una ceremonia de reconocimiento por la cual se destacaba que sólo el maestro en ejercicio podía otorgar el
derecho a enseñar; sólo él podía consentir la recepción de un nuevo docente en
la corporación luego de haber dado pruebas de su idoneidad. Se estableció una
estrecha relación entre ese acto solemne, pautado y la organización corporativa
en general. Sabemos que no fue una práctica usual solamente en los ambientes
educativos sino que estaba generalizada como acto simbólico de recepción en los
gremios, en corporaciones, en las órdenes de caballería y llegó a consagrarse
como institución vital que exteriorizaba la coherencia, la fuerza de la
asociación duradera, de la disciplina común, la indispensable conciencia de sí
misma y de la autoridad moral que la organización detentaba y sostenía frente a
otros grupos.
Esto
contribuyó a la definición de un territorio que rebasó el control catedralicio,
incrementó las posibilidades de enseñar más diversamente y con ello la
necesidad de un mayor número de maestros. Salir de ese circuito de control
implicó para “la escuela” la urgencia por desarrollar con mayor ahínco ese
sentimiento de solidaridad, de protección del propio oficio, de limitación de
la competencia y, básicamente, enfrentar el poder de la iglesia en la misma
actividad.
La
iglesia a través del canciller que dependía del obispo responsable de las
catedrales, controlaba las escuelas catedralicias, espacio de enseñanza más
antiguo que el de las corporaciones de maestros. Allí se otorgaba la licentia
docendi, especie de
certificado de moralidad y de capacitación que el maestro de escuela otorgaba a
quien fuera digno de él.
Tenemos,
hacia el siglo XII, dos titulaciones: licentia otorgada por el canciller
de la iglesia, inceptio, entregada
por la corporación de maestros. Dos grados conferidos por dos poderes
diferentes con orientaciones y filosofías diferenciadas. A la arbitrariedad y
canongía del primero se oponía la especificidad y competencia que animaba a los
segundos. Se estableció un conflicto de poderes que derivó en una larga lucha
por la jerarquía y legitimidad de los títulos otorgados. El canciller llegó a
excomulgar y retirar la licencia según su parecer y los maestros resistían
boicoteando a los licenciados que se les querían imponer, rechazaban el ingreso
a la corporación, les negaban el trato de colegas y anulaban, prácticamente el
derecho que se les había otorgado.
Esta
lucha por el poder simbólico, por entonces se resolvió con la recurrencia de la
corporación de maestros al Papado quien por medio de bulas acotó el poder del
canciller quien tuvo que otorgar la licencia a quien se presentara como digno
de ese grado. En 1215 las diversas medidas que se fueron instrumentando se
reunieron en un código que reconocía a la sociedad de maestros el derecho a
legislar sobre todo lo referido a la organización de la corporación y a pedir a
sus miembros un juramento de obediencia a los estatutos de la asociación.
Esto
marcó el comienzo de una emancipación progresiva y marca otro rasgo
característico luego de las universidades: la validez en todos los reinos de
Europa de la licencia de enseñar obtenida en París: jus o licentia ubique docendi.
Esto manifiesta el cosmopolitismo
propio de la vida social medieval de esos siglos y uno de los rasgos distintivos de la universidad ya en esos
estadios primitivos: su condición de órgano intelectual, internacional.
Escuelas como la de París eran patrimonio de toda la cristiandad y cada una, en
su territorio, buscaba trascender esas fronteras.
Estas
eran ceremonias propias de los centros de saber que alimentaron la génesis de
la Universidad de París, matriz de todo el sistema educativo de Occidente. No
fueron las únicas, se fueron particularizando, especificando según las
necesidades de control y poder de las Facultades habilitadas. La estabilización
de una u otra fórmula en el tiempo fue afianzando el valor de esa cadena de
expresiones fundada en la valía que entonces tenía la palabra como expresión
del honor y el compromiso personal. El juramento no solo exteriorizaba el lugar
simbólico del graduado respecto del saber adquirido sino que se convertía en el
principio sobre el cual actuar jurídicamente ante faltas a la lealtad y
pertenencia institucional.
Así
se encauzó la intensa actividad intelectual, el entusiasmo científico que
guiaba a una gran cantidad de estudiantes a residir en las ciudades y a aglutinarse
en torno a figuras con dotes y saberes destacables que los educaban e
instruían.
b .
El juramento como hecho de lenguaje.
Las fórmulas de juramento
instituidas por la entidad universitaria conforman un acto de habla, núcleo, a
su vez, de un hecho administrativo que se particulariza en el conjunto de sus
acciones porque tiene un valor agregado: el
efecto de la titulación.
El despliegue de palabras “construye”
la magnanimidad de una instancia nutrida por la fuerza de los logros personales
alcanzados y los logros institucionales ratificados. “Graduarse” en el universo
de las simbolizaciones y representaciones significa alcanzar metas en torno al
saber y al hacer que delimitan un escenario de poder. Estas dimensiones se
encarnan en el discurso que se pronuncia con la certeza de la eficacia
representativa del lenguaje a la hora de definir la existencia y organización
de elementos del mundo social.
Es
con palabras que nombramos, clasificamos y valoramos, que proclamamos,
instituimos y destituimos plasmando así su eficacia para traducir las actitudes y las acciones. En el caso de los juramentos
concretizan un acto institucional “fundado socialmente, por medio del cual un
individuo actuando en su propio nombre o en nombre de un grupo más o menos
importante numérica y socialmente, manifiesta a alguien que tiene tal o
cual propiedad haciéndole saber,
al tiempo, que se comportará de acuerdo
con la esencia social que le es así asignada”. (Bourdieu, 1985,68).
De este modo, la autoridad
reconocida, con poder de nombrar (en este caso Rector/ra), otorga a quien la identifica y valora como
tal (el/la graduado/a), un bien: el
título profesional y por ello demanda una promesa, un compromiso de acción.
Definen, de este modo, condiciones sociales que cualifican y acotan el uso de
ese bien en relación con la institución universitaria que la otorga.
La
palabra oficial con poder delegado actúa en tanto discurso de autoridad como
enunciado que se pronuncia en una situación solemne con características
retóricas, estilísticas precisas y escogidas. El discurso institucional deviene
ritual de institución: tiempos y modos de intervención, gestos, otorgamiento de
la palabra son elementos visibles de ese acto que predisponen al reconocimiento
de la eficacia y validez del mismo. Patentiza, así, todo el proceso de
construcción acumulativa y probada de un capital simbólico que consagra y
legitima un saber hacer de definida
implicancia social (eficacia simbólica de ese rito consagratorio, legitimador
de la función social de la institución.)
El
efecto performativo del juramento en tanto acto de habla, indica la estratégica
y definitiva importancia de la elección de las palabras que lo constituyen como
soporte verbal del rito de institución. Es a través de ese “acto de constitución”
(Bourdieu, 1985, 79 a 86) que ella marca solemnemente la superación de una línea
que impacta en el orden social: dones simbólicos asociados al saber y
constitutivos de una experticia invisten al sujeto titulado y hacen palpables
ese poder de hacer legitimado ante la
sociedad. “La investidura ejerce una eficacia simbólica completamente real en
tanto y cuanto transforma realmente a la persona consagrada: …transforma la
representación que los demás agentes se hacen de ella, …los comportamientos que
adoptan respecto a ella, …la representación que la propia persona se hace de
ella misma y los comportamientos que se cree obligada a adoptar para ajustarse
a esa representación. Un acto de fuerza simbólica pero cum fundamento in re” (Bourdieu,
ídem). Lo cual no impide que algunas estratificaciones, clasificaciones,
jerarquizaciones, asignaciones sean difíciles de modificar, de transformar y
además
En
el continuum, no obstante, se puede
inscribir una instancia discontinua. Puede estar allí el gesto de humanización
que particularice los procesos y deje la marca de un gesto creativo, de la
voluntad de reflexión y cambio, de la decisión de potenciar la mirada
singularizadora. El hecho institucional suma en el devenir identidad de una
persona, tanto en el estricto espacio de lo individual como en el que nos
define sujetos sociales, parte de un colectivo comunicante y comunicable. Así,
ese acto de institución instala al uno frente a los otros.
Aquí
reside el ethos que redime al acto de institución de ser sólo un hecho de logro
y alcance personal. Inviste fundándose en prácticas socialmente modeladas,
construidas para conocer y reconocer las condiciones institucionales según el
grado en que los destinatarios estén más o menos habilitados para actuar, más o
menos concientizados de que su saber y su hacer pueden ser modelizaciones del
poder.
A
su vez, el destinador, es portavoz autorizado para actuar en nombre de quienes
lo invistieron con tal atribución; no obra según su pretensión individual, sino
que su palabra otorga e instituye por mandato colectivo, está garantizada y
reconocida por la fuerza del consensus significante
de la institución y materializada en el rito mismo que nombra y consagra.
La
fuerza representativa sólo será eficaz,
sólo tendrá relevancia social, entonces, en la medida que surja de ese juego de
todos los actores que con la consistencia de su palabra, reactualizan el poder
de las validaciones, las creencias y los propósitos establecidos como contrato,
como sistema de condiciones para que todo funcione.
Se
diseña así una trama en la que todos sus puntos y lazos dan cuenta de los
movimientos y posiciones ensayados y concretados para que manifieste un
determinado efecto de sentido. Todo cambio perceptible en la red de las
palabras será síntoma de un dinamismo más profundo que lo causa y justifica.
Dejan de ser meros actos performativos, mágicos, estereotipados, formales,
naturalizados, para convertirse en retazos del discurso social del tiempo que
los contextualiza.
En
el caso que consideramos, las fórmulas de
juramento institucional de esta Universidad, notamos un modo de nacer y de “ser”
en el tiempo sostenido en transformaciones que según pasan las épocas, exceden
la estricta adecuación protocolar, dejan de ser sólo textos y se convierten en
discursos que legibilizan las
condiciones políticas, ideológicas, sociales, culturales, desde las cuales
fueron enunciadas.
Aquí
se instalan las preguntas:
•
¿cómo nacieron?, ¿qué decían entonces?
Hoy, ¿qué significan?, ¿son
históricamente útiles?
•
Las palabras que las forman, ¿son términos vagos, difusos o nos marcan el instante y nos impulsan al
devenir?, ¿qué voces son habladas a través de ellas?
•
Si son un compromiso de la institución ante la
comunidad que la sostiene, ¿coinciden con la necesidad colectiva de conquista
de una identidad?,
III. EL CORPUS. LAS FORMULAS DE JURAMENTO DE LA
U.N.S.a
La
Universidad Nacional de Salta inició su vida institucional autónoma en 1973.
Entonces, se decidieron un conjunto de acciones fundacionales, propias del
nacimiento de la institución universitaria; entre ellas, una fórmula de
Juramento. Su autor fue Holver Martínez
Borelli, primer Rector de la Universidad Nacional de Salta.
Desde entonces a la fecha observamos sobre ese texto primigenio
una serie de cuatro operaciones de modificación, pero cada una con su propia
especificidad semántica. Notamos: variaciones/ sustituciones/
restricciones/supresiones que le
imprimen algunas señas particulares al corpus registrado en relación con las
acciones a las que da soporte y se vinculan con los momentos históricos que se
suceden. Centramos nuestro enfoque sobre tales particularidades discursivas,
inscriptas progresivamente en las fórmulas de juramento y su significado en el
universo simbólico de la institución..
Transcribimos, a continuación, la cronología de Resoluciones que contienen
los textos validados como fórmulas de Juramento.
Se consignan para cada una de
ellas:
•
Fecha de
emisión.
•
Número de
expediente.
•
Número de
Resolución.
•
Autoridades que firman el instrumento
administrativo.
•
Considerandos.
•
Texto resolutivo.
TEXTO
1:
Fecha: 23 de Mayo de 1973
Expediente: 1475/73
Resolución: 471/73
Firmas: Dr.
Holver Martínez Borelli, Interventor; Dr. Enrique Santos Delgado, Secretario
Académico
Considerandos:
Que
es necesario establecer las fórmulas que deberán ser pronunciadas en el acto de
entrega y de recepción de los documentos mencionados;
Que las mismas deben sintetizar la filosofía que
orienta los fines y objetivos de la Universidad, su vocación regional y
latinoamericana y su compromiso de servicio a la comunidad dentro del proceso
de liberación nacional, regional y latinoamericana elegido por el pueblo;
Disposiciones:
En fs. 2
dispone la obligatoriedad de prestar juramento, de respetar las declaraciones,
derechos y garantías de la Constitución Nacional a todo egresado que reciba
grado, título o certificado completo de estudios expedido por la Universidad
Nacional de Salta.
En fs. 4 y 5 establecen la modalidad del juramento:
El Rector requerirá el juramento al egresado en la siguiente
forma:
“Señor…, la Universidad Nacional de Salta le hace entrega por mi
intermedio del título de…, comprometiéndolo al leal desempeño de su profesión,
mediante su incorporación al Proceso de Liberación Nacional propuesto por
nuestro pueblo y asumido por esta Casa de Estudios. Por ello, y en nombre de la
comunidad a la que deberá servir, esta Universidad le exige juramento.”
Establece tres fórmulas de juramento:
Juro por Dios, por la Patria y por estos Santos Evangelios …
Juro por Dios, por la Patria y por mi honor …
Juro por la Patria y por mi honor …
El graduado completa esa
fórmula pronunciando el siguiente texto:
“…ser consciente de que el titulo
que se me otorga es fruto del esfuerzo de toda la comunidad y que, en
consecuencia, el ejercicio de mi profesión estará al servicio de la justicia
social y del Proceso de Liberación Nacional, Regional y Latinoamericano. Juro
ser fiel a estos principios, respetando y haciendo respetar la Constitución
Nacional y luchando por la unidad de nuestro pueblo y de los países hermanos,
anteponiendo el sentido de solidaridad a todo afán de lucro o de prestigio
profesionalista. En el cumplimiento de este compromiso se reconocerá mi honor”.
TEXTO 2:
Fecha: 28 de agosto de 1975
Expediente: 684/74
Resolución: 529/75
Firmas: Francisco
Villada, Rector Interventor y Lic. Vicente Juan Pérez Sáez Secretario Académico
La resolución 529/75 recae sobre otro
expediente (684/74), iniciado para reglamentar las NORMAS PARA EL
FUNCIONAMIENTO DEL DEPARTAMENTO DE TITULOS Y LEGALIZACIONES Y PARA LA
EXPEDICION DEL DIPLOMA QUE LA UNIVERSIDAD OTORGARA A SUS EGRESADOS.
Disposiciones:
Modifica el texto de la fórmula
de juramento, que queda redactado de la siguiente forma:
"Señor..., la
Universidad Nacional de Salta le hace entrega por mi intermedio del título de
..., que usted ha conseguido con su trabajo, con la dedicación de sus
profesores y el esfuerzo de la comunidad; y lo compromete al leal desempeño de
su profesión y a la defensa de la verdad y de la justicia.
Por ello, esta Universidad le exige
juramento”.
Establece cuatro fórmulas
de juramento:
a) Juro por Dios, por la Patria, por estos Santos Evangelios y por mi
honor...
b) Juro por Dios, por la Patria y por estos Santos Evangelios...
c) Juro por Dios, por la Patria y por mi honor...
d) Juro por la Patria y por mi honor...
El graduado pronuncia a continuación, el
siguiente texto:
“...
ser consciente de que el título que se me otorga es fruto del esfuerzo de toda la
comunidad y que, en consecuencia, el ejercicio de mi profesión estará al
servicio de la justicia social, de la reconstrucción y liberación regional,
nacional y latinoamericana. Juro ser fiel a estos principios, respetando y
haciendo respetar la Constitución Nacional; y trabajar por la paz y la unidad
de nuestro pueblo y demás países hermanos, anteponiendo el sentido de
solidaridad a todo afán de lucro o de prestigio profesional. En el
cumplimiento de este compromiso se reconocerá mi honor”.
TEXTO 3:
Fecha: 17 de mayo de
1976
Expediente: 684/74
Resolución: 105-DI-76
Firmas: Capitán
Eduardo Alberto Casal, Delegado Interventor y Psi. Carlos L. Arredondo Director
General Académico
Disposiciones:
Sin realizar considerando alguno, la resolución 105-DI-76 modifica los
artículos 14 y 15 de la Res. 529/75, que quedan redactados como sigue:
Determinar que el suscrito y en su ausencia,
su reemplazante natural, requerirá el juramento al egresado de la siguiente
forma:
“Señor... la Universidad Nacional de Salta le hace entrega por mi
intermedio del título de... que Ud. ha conseguido con su trabajo, con la
dedicación de sus profesores y el esfuerzo de todos; y lo compromete al leal
desempeño de su profesión y a la defensa de la verdad y de la justicia. Por
ello la Universidad le exige un juramento”.
Establece fórmulas de juramento:
a) Juro por Dios, por la Patria, por estos Santos Evangelios y por mi
honor...
b) Juro por Dios, por la Patria y por estos Santos Evangelios...
c) Juro por Dios, por la Patria y por mi honor...
d) Juro por la Patria y por mi honor...
“ ...ser consciente de que el
título que se me otorga es fruto del esfuerzo de todos y que, en consecuencia,
ejerceré mi profesión, anteponiendo el sentido de solidaridad a todo afán de
lucro o de prestigio profesional. En el cumplimiento de este compromiso se
reconocerá mi honor”.
TEXTO 4:
Fecha: 8 de mayo de 1979
Expediente: 684/74
Resolución: 194-79
Firmas: Dr.
Agustín González del Pino, Rector y CPN Gustavo E. Wierna, Secretario Académico
Disposiciones:
Sin
realizar ninguna consideración, deja sin efecto la Res. 105-DI-76 y establece
las siguientes fórmulas de juramento:
RECTOR:
“Juráis por Dios, por la Patria y
por estos Santos Evangelios, ejercer la profesión que habéis abrazado, con
arreglo a los preceptos de la moral, vuestra Religión y de las leyes del
Estado, y prometéis prestigiar las resoluciones de esta Universidad y prestarle
vuestro auxilio, cooperación y favor en cuanto fuere justo, lícito y honesto?”
“Juráis por Dios, por la Patria y
por vuestro honor, ejercer la profesión que habéis abrazado, con arreglo a los
preceptos de la moral y de las leyes del Estado, y prometéis prestigiar las
resoluciones de esta Universidad y prestarle vuestro auxilio, cooperación y
favor en cuanto fuere justo, lícito y honesto?”
“Juráis por la Patria y por
vuestro honor, ejercer la profesión que habéis abrazado, con arreglo a los
preceptos de la moral y de las leyes del Estado, y prometéis prestigiar las
resoluciones de esta Universidad y prestarle vuestro auxilio, cooperación y
favor en cuanto fuere justo, lícito y honesto?”
EGRESADO :
“ Sí, juro”.
RECTOR :
“Con la autoridad que invisto os
confiero el título y os entrego el diploma que acredita vuestra suficiencia en
la profesión que habéis abrazado y que desde hoy podéis ejercer en todo el
territorio de la Nación Argentina”.
TEXTO 5:
Fecha: 1 de setiembre de 1986
Expediente: 684/74
Resolución: 465/86
Firmas: Dr.
Juan C. Gottifredi, Rector y Lic. Delia E. Dagum, Secretaria Académica
Disposiciones:
Teniendo
en cuenta las solicitudes efectuadas por miembros del Consejo Superior, dispone
dejar sin efecto la anterior resolución 194/79 que norma la modalidad de los
juramentos y pone en vigencia las
siguientes fórmulas:
RECTOR:
“ Juráis por Dios, por la Patria
y por estos Santos Evangelios, ejercer la profesión que habéis abrazado, con
arreglo a los preceptos de la moral, de vuestra Religión, de la Constitución
Nacional y de las leyes del Estado, y prometéis prestigiar las resoluciones de
esta Universidad y prestarle vuestro auxilio, cooperación y favor en cuanto
fuere justo, lícito y honesto?”
“ Juráis por Dios, por la Patria
y por vuestro honor, ejercer la profesión que habéis abrazado, con arreglo a
los preceptos de la moral, de la Constitución Nacional y de las leyes del
Estado, y prometéis prestigiar las resoluciones de esta Universidad y prestarle
vuestro auxilio, cooperación y favor en cuanto fuere justo, lícito y honesto?”
“ Juráis por la Patria y por
vuestro honor, ejercer la profesión que habéis abrazado, con arreglo a los
preceptos de la moral y de las leyes del Estado, y prometéis prestigiar las
resoluciones de esta Universidad y prestarle vuestro auxilio, cooperación y
favor en cuanto fuere justo, lícito y honesto?”
EGRESADO : “Sí,
juro”.
RECTOR: “Con la
autoridad nacional que invisto, os confiero el título y os entrego el diploma
que acredita vuestra suficiencia en la profesión que habéis abrazado y que
desde hoy podéis ejercer en todo el territorio de la Nación Argentina”.
TEXTO 6:
Fecha: 9 de setiembre de 1999
Expediente: 684/74
Resolución:
264/99
Firmas: Dr.
Juan C. Gottifredi, Rector y Prof. Juan A. Barbosa, Secretario del Consejo
Superior
Disposiciones:
Sobre la
base de una solicitud del Ing. Lucio Yazlle, que considera que el honor de las
personas es abarcativo de la totalidad de sus actos, siendo en este caso la
sociedad en su conjunto la que debe demandar el cumplimiento del mismo ”, la
resolución introduce una cuarta fórmula de juramento:
Rector :
“ Juráis por vuestro honor
ejercer la profesión que habéis abrazado, con arreglo a los preceptos de la
moral, de la Constitución Nacional y de las leyes del Estado, y prometéis
prestigiar las resoluciones de esta Universidad y prestarle vuestro auxilio,
cooperación y favor en cuanto fuere justo, lícito y honesto?”
Egresado:
“ Sí, juro.”
TEXTO 7
Fecha: 16 de
Mayo de 2001.
Expediente: Fac. de
Ciencias Exactas N º 55/85
Dictamen: 5882 – Asesoría Jurídica.
Firma: Dr.
Horacio De La Serna.
Disposiciones:
Ante la
solicitud de una Graduada de la Facultad de Cs. Exactas quien plantea razones
de principio personales que no acuerdan con los Juramentos, el Sr. Decano de la
Facultad inicia los trámites de consulta legal debidos. El Director de Asesoría
Jurídica de la Universidad recomienda para este caso particular:
La Srta. ………, egresada de
esta Universidad, debe iniciar los trámites de
expedición de su título en el que se requiere la elección de una fórmula
de juramento, de acuerdo a lo previsto en las Res. Nº 465/86 y 264/99. Fundada
en razones personales que se vinculan con sus principios no acepta formular un
juramento para que se le expida el título.
El requerimiento de un
juramento para la entrega de un título universitario, como así también para
asumir determinados cargos o funciones, forman parte del derecho
consuetudinario argentino y se vinculan con los orígenes religiosos de nuestro
país.
Ahora bien, en el año 1994
la Reforma Constitucional establece en el Art. 93 que al tomar posesión de su
cargo, el Presidente o Vicepresidente deberán prestar juramento - respetando
sus creencias religiosas- de desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo y
observar y hacer observar fielmente la Constitución.
De manera tal, que si
estos altos funcionarios tuvieran un impedimento de formular el juramento,
deberán ser eximidos de éste para no violentar su creencia religiosa pero de
todos modos el concepto que tiene la Constitución es incompleto, pues
únicamente contempla a quienes se excusarían de jurar por creencias religiosas
y no a quienes no tienen esas creencias, sean ateos o agnósticos.
Por lo expuesto, el
suscrito considera que si la Constitución establece que los más altos
funcionarios del país no pueden ser obligados a jurar cuando esto afecte sus
creencias religiosas, de igual manera a nadie se le puede imponer la obligación
de juramentar cuando ello está en oposición a sus creencias religiosas o a sus
íntimas convicciones, por el hecho de que a ningún habitante de la Nación se le
puede obligar a declarar la religión que profesa.
Atento a lo expuesto,
corresponde se eleven estas actuaciones al Consejo Superior para que en caso de
coincidir con lo sostenido por esta Asesoría Jurídica, se incluya una fórmula
en la cual el egresado únicamente se comprometa por su honor a ejercer la
profesión… etc. Obre la presente de
atenta nota de remisión a la Facultad de Ciencias Exactas.”
TEXTO 8.
Fecha: 14 de Diciembre de 2001.
Expediente:
8.249/01
Resolución:
CS. 308/01
Firmas: Dr.
Víctor Omar Viera, Rector y Prof. Juan A. Barbosa, Secretario del Consejo
Superior
En relación con lo presentado y sugerido en el texto 7, precedentemente
consignado, el Consejo Superior emite la siguiente resolución:
Visto:
…… solicita excepción al
Juramento que debe prestar para recibir los diplomas de “Bachiller Superior en
Química” y “Licenciada en Química”, a la vez que la recepción de los mismos se
realice en forma privada,
CONSIDERANDO:
Que fundamenta dicho
pedido en razón de que sus principios no concuerdan con ninguna de las formulas
vigentes,
Que obran en las
actuaciones los informes administrativos, técnicos y jurídicos respectivos
producidos por las oficinas pertinentes
POR ELLO, en uso de las
atribuciones que le son propias y atento a lo aconsejado por la Comisión de
Docencia, Investigación y Disciplina de este Cuerpo, mediante despacho Nº
149/01,
EL
CONSEJO SUPERIOR DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA
(en
su Decimoséptima Sesión Ordinaria del 6 de Diciembre de 2001)
RESUELVE:
ARTICULO 1 º: Exceptuar
a... de la obligación de prestar el Juramento establecido en las Res. Nº 465/86
y 264/99 fundado en razones personales que se vinculan con sus principios.
ARTICULO 2 º: Autorizar al Sr. Decano de la Facultad de Ciencias
Exactas a entregar el diploma en ceremonia privada si la…. mantuviera esa
solicitud, caso contrario podrá recibirlo en la colación conjunta, sin efectuar
juramento alguno.
ARTICULO 3 º: Comuníquese con copia al Sr. Rector, Facultad de
Ciencias Exactas, Secretaría Académica, Dirección de Control Curricular y a….
Cumplido siga a Dirección de Control Curricular a sus efectos.
IV.
RELACIONES ENTRE LAS TRANSFORMACIONES DEL DISCURSO Y EL PROYECTO INSTITUCIONAL.
La secuencia cronológica de esta serie de textos
administrativos nos permite apreciar:
•
Cambios
de autoridades acontecidos, básicamente, durante los primeros 13 años de vida
institucional autónoma de la universidad: 1973 – 1986.
•
La vinculación de tales cambios con los ocurridos
en la sucesión de gobiernos nacionales; éstos determinaron que la conducción de
la U.N.Sa se resolviera, sucesivamente, por la
participación de profesionales civiles, la participación de militares
como autoridades de la universidad, la elección democrática de las propias
autoridades.
•
La presencia o ausencia de las razones que fundan
la toma de decisiones en los documentos que las establecen. Las resoluciones,
instrumentos con disposiciones de valor legal que norman el procedimiento
administrativo de un organismo o institución, en tanto tipología textual
cuentan con un componente destinado específicamente a explicitar las razones de
lo que luego se resuelve: los “considerandos”.
En este sentido, algunas de las resoluciones analizadas los consignan y otras
los omiten.
•
En tanto rito institucional de consagración, la
toma de Juramento destaca la intervención de la autoridad, investida del poder
para pedirlo, y de quien lo presta como depositario de un bien otorgado por la
institución. Por ello, son destacables los
modos de toma y otorgamiento de la palabra de cada uno
de los enunciadores.
•
Núcleos conceptuales que organizan el campo de contenidos de las fórmulas de
juramento que varían según la modificación de las condiciones de producción
estableciendo nexos insoslayables con
la semántica política argentina.
1 – El fuego y la vida….
1973, fue el escenario socio-político y
cultural de creación de la Universidad Nacional de Salta. Esos, también, son
los primeros años de una década compleja, de transformaciones rotundas, de
vivencias intensas, en la que eclosionan las ideas que proliferaban desde la
década previa, la de los ´60, trazando un mapa de continuidades y rupturas.
Ambas
se transitaron bajo esas consignas: “ruptura
y revuelta” pero con sustantivas diferencias en los modos de concretar los
postulados de cambio y transformación de un orden socio-cultural y político
percibido y teorizado como injusto, ganado por la inequidad distributiva, los
abusos del poder económico capitalista, la invisibilización de la mayor parte
del mundo bajo el peso de las formas prevalentes de colonialismo en lo que se
denominó “Tercer Mundo”.
En
su percepción de las relaciones de fuerza del sistema existente, la dirigencia
sostenía y proclamaba la esperanza y convicción en “la revolución” para instalar los cambios, la confianza en la
fuerza de la lógica del “movimiento” para
introducir las reacciones. El compromiso político desplegado en todos estos
ideales impregnaba todos los órdenes de la vida: el trabajo, la profesión, los
vínculos, la creación artística, el lenguaje cotidiano. El signo de la época
era el signo de la inminencia. Son años de una particular intensidad
intelectual en la que toda participación, toda acción, derivaba en una profunda
discusión teórica, filosófica y política.
Los ´60 habían instalado los reclamos, la protesta a
través de la voz de los jóvenes y los intelectuales. Al mismo tiempo, esas
demandas de cambio y caída de un orden tan conservador como rígido, y por ello
caduco, les confiere un protagonismo que los instituye como una categoría política
con función vanguardista en el orden de la cultura. En este contexto el “Mayo Francés” había emblematizado el
espacio universitario como un eje de lucha y resistencia. Allí está el modelo
que al interior de las universidades movilizó la formación de agrupaciones
estudiantiles comprometidas con las transformaciones sociales y la participación
política activa, pero también una concepción de universidad no replegada sobre
sus muros o aseptizada, esterilizada cual laboratorio, sino mezclada con los
dilemas y desafíos de los hombres que la atraviesan, interpelada por las crisis
de su tiempo y conminada ante las opciones por los imperativos fuertes e
impostergables.
Acontecimientos
notables marcan a fuego la época y la generación que se convertirá en icono de
libertad e insurrección contracultural. Algunos no apuntaron al cambio violento
en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación y buscaban
más la transformación del acto de existir en el mundo. Otros, polémicamente, sí
apostaron a la utopía de la violencia y al revolucionismo armado para cambiar y
actuar sobre la injusticia. (Grinberg: 2004). Es, sobre todo, la dimensión que
adquieren las palabras, los discursos como herramientas de fundación, de
denuncia, de defensa lo que gana la escena. La presencia de determinadas
palabras en todas las consignas señala la radicalización de las
transformaciones y la extremidad de las militancias: hombre nuevo, victoria, lucha, patria, liberación, muerte, utopía,
compromiso, reconstrucción.
En
Argentina, recordemos, las sucesivas dictaduras militares desde el ’55 habían proscrito al Gral. Juan Domingo
Perón durante 18 años. El gobierno militar encabezado por el Gral. Alejandro
Lanusse inicia la apertura política y llama a elecciones generales pero sin
permitir la vuelta al país de Perón. Razón por la cual el Partido
Justicialista, atravesado por un profundo debate ideológico y metodológico, postuló como candidato al Dr. Héctor Cámpora.
Así planteado el escenario electoral, el Justicialismo
gana por amplio margen las elecciones del 11 de Marzo de 1973. Cámpora asume la
presidencia con el compromiso de renunciar y convocar a elecciones sin ningún
tipo de prohibiciones o exclusiones, compromiso que cumple en forma inmediata.
Esto posibilita el retorno de Perón al país el 20 de Junio, después de 18 años
de exilio, mitificado por la distancia, las prácticas de proscripción de los
gobiernos militares y las más recientes luchas internas del movimiento
peronista por controlar el espacio político luego de ganar esas elecciones.
La creación de
la Universidad Nacional de Salta acontece en ese momento de efervescencia
democrática como corolario jubiloso de los años previos en los que
funcionaban algunas carreras
dependientes, académica y administrativamente, de la Universidad Nacional de
Tucumán.
Nace inmersa en un conflictivo proceso político que se
pensaba como el fin de las dictaduras militares, la recuperación de los
partidos políticos, la normalización institucional, la centralidad del pueblo
como destinatario de los mensajes y las acciones políticas.
El “hacer” es la vocación y la marca que imprimen al
proyecto iniciático el grupo de docentes, alumnos y administrativos que
concretan la tarea de fundar. Todos sus aspectos están impregnados del ideario
del momento. La figura del Dr. Holver
Martínez Borelli designado como primer Rector Interventor, resume el saber,
la voluntad y la imaginación puestas a trabajar en la digna tarea de anunciar y afirmar en esta región el nacimiento de una universidad pública.
Los actos básicos de fundación, con larga tradición desde el origen de las
universidades en Occidente, se cumplen marcando el pasaje de lo imaginado a lo
materializado a través de la
consolidación de una iconografía
Las Bases
fundacionales exaltan la vinculación social de las acciones de
formación y el perfil de los profesionales que se gradúen en ella. Las
voluntades e idealismos contestatarios se traducen en la revalorización de la
pertenencia a un horizonte cultural cuyas raíces pertenecen a los pueblos
originarios de América Latina y la singularización de su propuesta académica
teniendo en cuenta el desarrollo de la región y la promoción de las personas
que la habitan.
El
rito fundacional no descuida ninguno de los elementos emblemáticos del
momento germinal: la Universidad debe
tener un escudo que subsuma las claves de su origen y destino. Se
convocó la comunidad artística de Salta a través de un concurso público para
que proponga diseños. Este gesto inclusivo se tradujo en la selección de una
pieza que no sólo es celebración del don de creadores de esta tierra sino que
tiene el mérito de ensamblar los signos que mejor comunican la necesidad de
decir “esto soy”. Los pictogramas ancestrales revisitados por Osvaldo Juane alineando los diversos
paisajes de la provincia y el verso sentencioso, austero de Manuel J. Castilla proclamando el
origen del saber se ofrecen como medio de revelación de la identidad con que se nace.
La
primera fórmula de juramento en tanto formación discursiva
inaugural constituye, igualmente, un espacio demarcado claramente con palabras
de significados netos que inscriben el proyecto institucional en un concreto
núcleo ideológico y político, en ese definido marco histórico y cultural del
país y, en cierto sentido también del mundo. Sin dudas, hoy podemos leerla como un testimonio de su tiempo: la
década del ´70.
Se
construyó como instancia de comunicación plena aglutinadora de las razones
particulares e institucionales que potencian el sentido de alcanzar una meta.
El segundo considerando de la
Resolución establecía, precisamente, su función de “síntesis de la filosofía
que orienta los fines y objetivos de la Universidad”.
Se destacaba en ese diseño el otorgamiento, equitativo y
alternado, de la palabra tanto a la autoridad que tomaba el juramento como al
graduado que lo prestaba. Quedaban establecidas, intervenciones bien
organizadas y fortalecidas por el uso de la primera persona en los parlamentos
de cada enunciador. Las dos voces así
dispuestas actualizaban un diálogo, un intercambio que hacía circular las
palabras en un juego de nominación de acciones que se proclamaban desde un yo
protagónico, con un compromiso definido y particular. Esta modalidad de
producción y reconocimiento de un discurso impactaba a la vez en el plano de
las representaciones institucionales porque sostenía la escenificación de una
concepción de autoridad y de participación en la comunidad universitaria.
Es clara la isotopía que se
diseñaba, en torno a fuertes nudos semánticos, en los enunciados
correspondientes tanto al Rector como al graduado:
“…su incorporación al Proceso de Liberación
Nacional propuesto por nuestro pueblo y asumido por esta casa de
estudios…”
“…la comunidad a la que deberá servir…”
“ejercicio de la profesión… al servicio de la justicia
social y del Proceso de Liberación Nacional, Regional y
Latinoamericano…”
“ … respetando y haciendo respetar la Constitución
Nacional…”
“…luchar… por la unidad de nuestro
pueblo y demás pueblos hermanos…”
La fuerza cohesiva de estos elementos planteaba la
dimensión ideológica de los actos institucionales en este período crucial. No
era una fórmula aséptica, burocrática; por el contrario, configuraba otro ángulo de resonancia del programa de
acción elegido.
La dimensión ética es, igualmente, una cuestión
central. Hay algo muy poderoso en invocar y cifrar la condición de construcción
colectiva como razón de la
profesionalización; se le decía enfáticamente al graduado:
“… usted ha conseguido con su trabajo, con la dedicación
de sus profesores y el esfuerzo de la
comunidad…”.
Una de las derivaciones esenciales de esta
significación de “estudio” y de “saber” es la conducta que genera:
“… leal desempeño de la profesión… ”
“… defensa de
la verdad y la justicia…”
“… respeto por la Constitución Nacional…”
“… trabajar por la paz y la
unidad del pueblo…”
“… anteponer el sentido de
solidaridad a todo afán de lucro o prestigio profesional…”
La
puesta en marcha de una universidad pública en esa circunstancia demandaba
llenar con un contenido específico ese surco primero. La enunciación de
principios trascendentes partiendo de la realidad local y próxima, la
generación de una práctica institucional apoyada en docentes e investigadores
que sean a su vez expresión del intelectual crítico y en estudiantes
comprometidos, tenía como base la idea y convicción de que “toda existencia
individual tenía sentido en tanto se entregaba a una praxis de transformación
colectiva, la justificación profunda de una vida radicada en volcarse a una
verdad que la trascendía, que la arrancaba de su mera individualidad y la
mixturaba con la Historia.” (Feinmann:1998; 69)
2. - Las
mutilaciones/eliminaciones.
Los
textos 2 a 4 del corpus clasificado
representan las variaciones de mayor densidad practicadas sobre el texto
primigenio. Son fisuras que abren gradualmente en el texto zonas por donde van
migrando, no por azar, las palabras claves del ideario original. La lectura hace
perceptible una progresión en los desplazamientos de conceptos, en las formas
de organización de los parlamentos, en
la creciente formalidad y distanciamiento temporo-espacial que adquiere su
contenido.
•
La
Resolución de 1974 (texto 2) contiene
las siguientes modificaciones:
a) En el enunciado pronunciado
por el Rector suprimió “… mediante su
incorporación al Proceso de Liberación Nacional propuesto por nuestro pueblo y
asumido por esta Casa de Estudios…” y adecuó el texto acotando el sentido de la titulación a: “… que Usted ha conseguido con su trabajo,
con la dedicación de sus profesores y el esfuerzo de la comunidad y lo
compromete al leal desempeño de su profesión y a la defensa de la verdad y la
justicia.”
b) En el enunciado que pronunciaba
el graduado se sustituyó la palabra “…luchando…”
por la frase “…y
trabajar por la paz…”
c) Agregó, a las tres ya
establecidas, una primera fórmula de juramento: “Juro por Dios, por la Patria, por estos
Santos Evangelios y por mi honor”.
d) Esta Resolución ya no forma
parte del Expte.Nº 1475/73. Se ha iniciado otro Expediente, 684/74, que establece un conjunto de normas para que
funcione el Departamento de Títulos y Legalizaciones. En ese marco que
acciona estrictamente lo administrativo
se incluye la Res. 529/75 con el texto modificado de la Fórmula de Juramento.
Las modificaciones no
representan formalmente un cambio sustancial en la fórmula, pero permiten
advertir ya cambios semánticos llamativos. Una lectura de las palabras que salen y de las que llegan, contextualizadas
en los acontecimientos de esos años 1974/75 permite reconocer allí los cambios
en la orientación del proyecto político en el que se inserta la Universidad. El
sentido del compromiso que se le exige al graduado en nombre de la Institución
pierde elementos de nítida filiación
ideológica que la distancian, de alguna manera, de un proceso político harto
singular.
Borrar
“lucha” y escribir “trabajar por la paz” no es una mera
operación de corrección de escritura. La corporeidad del luchar en la escena
política argentina de entonces nos remite a una implicancia práctica cuyos
efectos se tratan ya no de enardecer, sino de suavizar, de controlar, de
encuadrar. Otra forma de distanciamiento, a través de la tachadura en el
discurso, de un orden concreto, real que registra una profunda acentuación de
los enfrentamientos de los actores sociales por el control del escenario
político.
Varios elementos componen y
fundamentan esta lectura. Recordemos que en 1973 renunció Héctor J. Cámpora a la presidencia del país,
cumpliendo su promesa pre-electoral de corregir toda proscripción. En una nueva
convocatoria electoral fue elegido como Presidente Juan Domingo Perón, el
candidato antes ausente que, en ese momento, ganó apoyado por sectores
absolutamente contrapuestos y por más del 60% de los votos. Cuando fallece
Perón, toda una línea de dirigentes fue desplazada. La Sra María Estela Martínez
de Perón desplaza a Jorge A. Taiana como Ministro de Educación y nombra en su
reemplazo a Oscar Ivanissevich, quien designó al CPN Francisco Villada como
Rector Interventor de la U.N.Sa.
Se separó así, a
partir del 06/12/1.974 al Dr. Holver Martínez Borelli de la conducción de esta
Universidad. Antes había sido detenido y sometido a tormentos en la Delegación
de la Policía Federal. Continuará con su militancia pero también continuará
sobre él, la persecución e intimidación permanentes:
“… la vida abría fuego
disparaba sus armas
contra los que pueden hacer el olvido. ”
( H. Martínez Borelli;1992:95)
Se produjo un fuerte viraje en el
rumbo político del Partido Justicialista como resultado del nuevo encuadre
interno de sus sectores de izquierda y de derecha. Las agrupaciones políticas
como la Juventud Peronista y las otras organizaciones armadas de la izquierda
que habían actuado en la resistencia contra la dictadura y posibilitado el
retorno del líder exiliado, decidieron
su paso a la clandestinidad. Los grupos de derecha, por su parte, conformaron
grupos paramilitares que actuaron desde el propio Estado. Todo impactó
cruentamente en el funcionamiento de las instituciones democráticas. El
desencuentro tensa la situación general del país y la violencia desatada
comenzó a marcar de un modo indeleble las situaciones individuales y colectivas
de la ciudadanía.
Se inició un proceso que ya en el gobierno democrático
tuvo una primera expresión de modificación y no sólo representó el giro
político implícito en el cambio de autoridades. En términos generales los
desplazamientos fueron no sólo discursivos, sino también políticos, sociales,
económicos, culturales y fueron dejando una serie de avatares que
trastocaron el principio de realidad:
muerte de Perón, terrorismo de Estado, Triple A, recrudecimiento de la
guerrilla urbana, Rodrigazo.
•
El texto consignado como 3 data de mayo de 1976 y consigna un cambio cualitativo en el
gobierno de la Universidad: por entonces, estuvo al frente un Delegado
Interventor que actuó en nombre de la Junta Militar que había usurpado el poder
el 24 de Marzo de ese mismo año. Sin
realizar considerando alguno, la Resolución 105/DI/76 modificó los artículos 14
y 15 de la Res. 529/75.
Los cambios relevantes son:
a) Se
refiere a la autoridad de la institución como “… el suscrito y, en su ausencia, su reemplazante natural…”.
b) Mantiene las cuatro fórmulas de juramento
establecidas por la Resolución anterior. No suprime la esencia del juramento al
conservar así el vínculo entre el honor del egresado y el cumplimiento del
compromiso de solidaridad.
c) No altera la estructura del texto ya que conserva el modo de otorgamiento de la palabra original: un
enunciado a cargo de la autoridad universitaria y otro a cargo del graduado.
d) En ambos enunciados se sustituye la palabra “…comunidad…”
por “todos”.
e) Se suprimen definitivamente las palabras “…Justicia social…”, “…Liberación regional, nacional y
latinoamericana.”, “…Constitución Nacional…”,”…nuestro pueblo y demás países
hermanos…”.
La simplificación del texto fue resultado de la
supresión de los conceptos nodales que subsumían la definición política y el
sentido social de la acción institucional e individual. Se intensificó el significado de lo
individual, la dimensión sólo personal del hecho de graduarse. Así, tales
acontecimientos se valorizaban en tanto expresión del carisma particular, la implicancia y compromiso con lo social,
con el interés común se eliminaron como
propósito y sentido de todo proyecto y práctica. Sobrevivió un texto despojado de toda referencialidad legal, histórica, institucional.
24 de Marzo de 1976 es una fecha que a esta altura de
nuestra historia como república, nos exime de alguna cronología que lo refiera
en este trabajo. Decimos, sí, que es de las fechas más sombrías y aberrantes de
nuestra historia. La fecha del golpe de estado, que derrocando a un gobierno
impotente y extraviado, pero
constitucional, abre las puertas a la dictadura militar más sangrienta y
opresiva de la historia argentina.
La Universidad Nacional de Salta, como todas, es
intervenida. Los registros datan la designación del Capitán Casal como Delegado
de la Junta Militar. La política de supresión y persecución de la Junta Militar
dejó aquí, lo sabemos, su marca en
profesores expulsados, otros, junto a estudiantes y personal de apoyo
universitario, fueron amenazados, perseguidos y debieron partir hacia el
exilio. Entre ellos el primer Rector de
la U.N.Sa, Holver Martínez Borelli, quien falleció padeciendo el destierro en
Bélgica, en 1978. Otros fueron secuestrados, detenidos, torturados y
posteriormente asesinados en el Paraje Palomitas.
Se quemaron
libros, se cerraron carreras, se prohibió toda forma de actividad que implicara
prácticas de socialización y actividad política y hasta se prohibió el escudo
creado en el tiempo inaugural, sustituyéndolo por otro adecuado a las
prescripciones de la heráldica. La Universidad se replegó sobre sí misma;
perdió contacto con su entorno, la práctica docente y de investigación se puso bajo sospecha, la
amenaza y la censura como expresiones claras del autoritarismo disciplinaban
enfoques teóricos, atendían razones privativamente técnicas al definir objetos
de estudio, metodologías de indagación y de transmisión de conocimientos.
Visualizada como campo cultural peligroso, como zona de repliegue de lo disolvente y lo subversivo, se fragmentó,
se retrajo y perdió una generación de investigadores, de científicos bajo el
peso del antiintelectualismo dictatorial. Vienen aquí, oportunas, las
reflexiones y conclusiones de
intelectuales como Francine Masiello acerca de las prácticas
dictatoriales:
“De tal manera, el estado, al utilizar principios de
exclusión, espera imponer el silencio del otro para que permanezca indisputable
la norma autoritaria. Por consiguiente, el Proceso, que fue concebido para
eliminar la resistencia popular, también intentó invalidar la producción
intelectual difamando el valor de la cultura y considerando a los pensadores
como subversivos potenciales”. (1987, 12).
La dinámica
rizomática de esta concepción de poder, de saber y de control se disemina hasta en los hechos que pueden
parecer más inocuos o menos relevantes. La transformación de la fórmula de
juramento en este período, es un ejemplo modesto y casi irrelevante, en la
desmesura de las acciones de la Junta Militar en las universidades, pero no por
ello dejar de ser sintomático de la exhaustividad del control y la voluntad de
eliminación de toda disidencia. Gregorio Caro Figueroa sostiene acerca de esos tiempos en Salta “…que
esa visión policíaca de la historia, combinada con la causalidad diabólica, y
el odio por ella generado, fue la que presidió las disputas por el poder. El
enfrentamiento de las supersticiones ideológicas y la lucha armada entablada
por el terrorismo y el contraterrorismo, actuaron combinadamente para desalojar
del escenario a las ideas, al conflicto y a la confrontación política
civilizada”. (Política y Cultura; 2005: 6- 8)
•
El texto 4 recoge la Resolución 194/79 que se emitió durante ese
segundo tiempo de la Dictadura tras cambiar autoridades en las Universidades
designando rectores civiles. Sin realizar ningún tipo de considerando, se deja
sin efecto la Res-105/DI/76 y se ordenan
cambios sustantivos en las fórmulas de Juramento.
a) Establece solo tres fórmulas
de Juramento.
b) Cambia
radicalmente el enfoque de la graduación: se jura para “… ejercer la profesión con arreglo a los preceptos de la moral, las
leyes del Estado…” y para “prestigiar las Resoluciones de la
Universidad…”
c)
Sustituye la frase “me comprometo” por “…promete..”
cambiando la dimensión vincular, ética que sostiene el proyecto de ejercicio y desarrollo del profesional recién
graduado. La sustitución pone la fuerza performativa del acto de habla en la
implicancia individual, personalista y desestima, así, el reconocimiento
del “otro”, del “hacer con…”, del valor
comunitario, social de la experticia construida y adquirida.
d) El
modo de otorgamiento de la palabra sufre una transformación cualitativa. La
proporcionalidad casi dialógica que tenían los enunciados pronunciados por la
autoridad universitaria y por el graduado se anula. Prevalece, en cambio, la
alocución demandante, interrogativa del Rector al graduado y éste sólo participa diciendo “ Sí, juro.” . Luego, como cierre del juramento, exaltando su
autoridad, el Rector proclama la entrega del título habilitante.
e)
Aumento de marcas y formas de la imperatividad destacable especialmente por el
uso del verbo jurar en 2º persona
plural. Este procedimiento otorga mayor formalidad y solemnidad al enunciado
y acentúa el distanciamiento entre los
enunciadores. La ausencia de pronombre
logra destacar el efecto enérgico de
orden, de mando ceremonial.
Las modificaciones efectuadas denotan un giro total de
lo ideológico en la institución Universitaria y la radicalización del control
de todas las estructuras de la institución y la inmovilización de los sujetos
en ella.
Tras la primera etapa de ejercicio de poder de la
Junta Militar, dominada por las acciones de terrorismo de Estado y la
consolidación burocrática-administrativa del régimen, comienza un período de
institucionalización del mismo proceso orientado, específicamente, a insertarlo
en un reajuste económico-político, sobre las bases de un modelo económico de
mercado establecido por las potencias centrales.
Las universidades son gobernadas ya no por militares
sino por funcionarios civiles designados por el Ministro de Educación. Toda
expresión de la autonomía universitaria sigue clausurada: no se elige ningún
nivel de autoridad, no funcionan las instancias de Consejos como expresión de
co-gobierno, no se realizan concursos regulares para acceder a cargos docentes,
no existe la libertad de cátedra.
Esto último queda claramente expuesto en la fórmula de
juramento dispuesta en este período porque abre la instancia de que un
profesional preste “… auxilio, cooperación
y favor…” a la Universidad. Nadie
es parte de la universidad; para el graduado está marcada la distancia que la
fragmentación del sentido activo de pertenencia a una comunidad, de
solidaridad, que la institución ostentaba en sus primeros días: comunidad
científica, educativa con sentido de pertenencia y responsabilidad de acción
directa en la región. Pero, además, lo condiciona a que tal favor se acepte toda vez que se reconozca “...
lícito, justo y honesto…”. Cabe preguntarse si esta cláusula se incluyó en
resguardo del poder de identificación y exclusión que las autoridades
universitarias ejercían sobre los proyectos y prácticas que la dictadura
militar consideraba “amenazantes”, “subversivos”, y “espurios” para la
institución en particular y por extensión, a la integridad de la nación.
Es la forma de hablar de la “boca autoritaria, segura de sí misma, inapelable y apodíctica.
Su discurso va aislando pedazos enteros del cuerpo social, fragmentándolos y
depositando en cada uno de ellos miedo y vocación de olvido, penuria de sentido
e impotencia”. (Avellaneda; 1993: 13).
De todos modos, contrasta trágicamente esta invocación
a valores de incuestionable aceptación y promoción en el imaginario colectivo
como lo justo y lo honesto, en el marco de persecución ideológica, de
desaparición de personas, de coerción por secuestro y tortura, de eliminación
de toda oposición, de intervenciones paramilitares en universidades, fábricas,
asociaciones profesionales, iglesias, instituciones sanitarias sostenidas con
prolijidad programática indudable, por la dictadura militar.
Esta es una forma de construcción del discurso propia
del autoritarismo. Los registros, digamos, ”oficiales” se caracterizan por el
vaciamiento de la polifonía de las voces y la exacerbación del monologismo, del
juego altisonante de la voz única que destaca la subordinación y eclipsamiento
de las otras voces. Potencia la fuerza retórica de las palabras, la estructura
cerrada, los modos interpelantes, los roles estereotipados y fijos de cada uno
de los enunciadores en un marco de notable asimetría enunciativa.
Tecnologías discursivas que liman la superficie del
lenguaje de toda posibilidad de disenso y apuntalan la consagración de un
discurso unificado e inflexible que destierra todo sentido de otredad. “Esta,
no demasiado discreta, manipulación de un modelo discursivo fue utilizada para
controlar la proliferación de sujetos hablantes dentro del estado, normalizando
las expresiones públicas en un intento de volver pasivos a los sujetos. De este
plan, que fue concebido para eliminar todo exceso y toda superabundancia de
discursos, los disidentes fueron vueltos invisibles, evacuados del lugar del diálogo
humano. En suma, esta acción dio crédito a una sola voz autoritaria e impuso un
código simbólico inflexible para reforzar el programa de estado.” (Masiello y
otros; 1987, 14).
3.- La democracia y sus inclusiones.
El texto que identificamos como 5 corresponde a 1986. Es una Resolución que modifica la fórmula de
Juramento a propuesta de Miembros del Consejo Superior. Consiste en la
inclusión del sintagma “de la Constitución
Nacional…” en el texto que
inscribe el sentido del ejercicio profesional quedando así:
g...con arreglo a los preceptos de la moral, de
vuestra Religión, de la Constitución
Nacional y de las leyes del estado…”
El retorno a la
democracia en 1983 fundamenta la adecuación. Se busca destacar la
transformación del orden de legitimidad para todos los actos de la ciudadanía
desde la recuperación del sistema democrático. La supresión del Constitución
Nacional como marco de derecho que organice y signifique la naturaleza de los
actos de los ciudadanos es lo que posibilitó a la dictadura militar vulnerar
hasta la destrucción el horizonte social cultural y político del país. El gesto
es ciertamente simbólico pero necesario para establecer desde el discurso los
nuevos marcos de acción y producción para la sociedad argentina.
En las universidades comienza el proceso de
normalización: la U.N.Sa es una de las primeras universidades en iniciar los
llamados a concursos regulares para cubrir los cargos de profesores y
auxiliares de la docencia; elige la conformación de sus órganos de gobierno de
modo democrático, esto es, a través del voto. Algunos de los docentes
despedidos durante la dictadura pueden regresar a sus cargos.
En 1.986, por Res. Nº 647/86, la Universidad recupera
su escudo original, pero las metas y objetivos plasmados en el documento
fundacional de 1972 y sintetizados en su fórmula de juramento de 1974, no
reaparecen ni en el discurso ni en la acción.
El texto identificado con 6 contiene la Resolución 264/99. En la misma está probada la
propuesta del Ing. Lucio Yazlle quien como miembro del Consejo Superior
solicita la inclusión de una cuarta fórmula de Juramento. La base de la
solicitud es la valoración del honor de las personas como una categoría “abarcativa de la totalidad de sus actos,
siendo en este caso la sociedad en su conjunto la que debe demandar el
cumplimiento del mismo”. El texto aprobado es el siguiente:
“ Juráis por
vuestro honor ejercer la profesión que habéis abrazado con arreglo a los preceptos de la moral, de la
Constitución Nacional y de las leyes del Estado, y prometéis prestigiar las
resoluciones de esta Universidad y prestarle Vuestro auxilio, cooperación y
favor en cuanto fuere justo, lícito y honesto?”.
Esta nueva fórmula permite que el graduado cuente con
una proposición en la cual elige
comprometerse apoyado en un principio
que subsume distintas categorías y expresiones de su “ethos”,
considerando que de esta manera se respetan todas las posibles concepciones
individuales respecto del compromiso
asumido al recibir el título de graduación.
El corpus de análisis conformado para este estudio, se
completa con otros textos que no constituyen modificaciones de la Fórmula de
Juramento sino prueba del lugar que ocupa la acción de jurar en el imaginario
simbólico general y en el propio de esta institución.
Así, por caso, el Expte. Nº 8249/01 contiene una serie
de actuaciones propiciadas por una graduada de la U.N.Sa pidiendo la excepción a la obligatoriedad del
acto de jurar para recibir sus títulos fundándose en razones del orden
particular y privado. La aceptación final de lo solicitado pone en evidencia
como han entrado en el juego social las voces disonantes, las demandantes, las
que imprimen una coda reflexiva a la aplicación de una norma para atender la
razón individual desde el marco de los derechos constitucionales.
Aún con todos sus
defectos y limitaciones, con todas las asignaturas pendientes en el restablecimiento
de la justicia social y económica, especialmente en la recuperación del trabajo
como derecho individual y colectivo, la democracia permitió la recuperación del
encuadre sustantivo para la palabra
propia, silenciada, desaparecida: la de ser reconocida “Otra” en el horizonte
de lo humano y por ello mismo, ser incluida en el amparo de la ley y de la
justicia.
V. PARA ENCENDER NUEVOS IDEARIOS.
1. Holver Martínez Borelli.
Resulta temerario, pero por ello mismo conmovedor,
elegir palabras para reconocer, homenajear
y siempre, reivindicar a Holver Martínez Borelli como primer Rector de
la Universidad Nacional de Salta.
Esa fue una tarea iniciática que el Dr. Martínez
Borelli honró bajo el imperativo de sus convicciones y utopías personales en la
premura que caracterizó a la década del ’70. Un tiempo breve pero intenso y
suficiente para marcar un derrotero.
Hablamos del fuego y la vida, de las mutilaciones
padecidas y de la lenta recuperación de idearios tomando como punto de partida
la letra institucional. Desde estos núcleos reflexivos debemos referir también,
aunque siempre insuficientemente, el significado que para ésta Institución
tuvo, y tiene, haber contado en su momento fundacional con la fuerza y la
mirada comprometida, militante y poética de Holver Martínez Borelli.
Todo un signo de
su tiempo como profesional, intelectual y creador, excepcionalmente desafiado e
involucrado con firmeza en procesos y proyectos concretos, dentro de las
vertiginosas y vanguardistas formaciones políticas y culturales de su tiempo. Puso
en pie una universidad pública en una región crítica pero estratégica, con
un estilo de pensamiento y determinadas proposiciones, no en línea irreflexiva
con las inflexiones dominantes, sino con una voluntad singularizante e
innovadora, con el sentido de compromiso social que envolvía a esos
fragorosos días.
Pensó y echó a andar una
universidad que no borre ni niegue, sí que se nutra asumiendo la historia
milenaria de los ancestros indígenas de la región, con una vocación para
reconocer y apropiarse del conocimiento humano ya constituido pero, a la vez, recrearlo valiente, creativa y
diversamente desde esta tierra de uno. Promovió la consolidación de espacios
académicos en los cuales fuera posible la construcción de saberes relevantes
pero en relación viva con la existencia concreta de la mayoría de nuestro
pueblo.
Ese ideario, alejado de toda
ortodoxia, encarnó en una propuesta original con una Sede Central y Sedes
Regionales, en la posibilidad de ingreso de quienes no habían cumplido otras
etapas del sistema educativo, en la
creación de carreras que respondan a necesidades reales e irresueltas en la
provincia, en la estimulación de formas de participación colectiva y
comunitaria para vivificar prácticas universitarias que traduzcan vivamente la
esperanza, la confianza, la certeza de que la educación es la herramienta
privilegiada para que todo pueblo diseñe su propio proyecto de desarrollo y
liberación. La U.N.Sa nace bajo ese signo de distinción en el conjunto de las
universidades nacionales, no lo hace para sumar al modelo más canónico sino
para alimentar otro, muy implicado en la construcción social.
El
profesor, el intelectual, el abogado, el poeta, el militante se conjugaron en
cada decisión y acción amalgamando las múltiples caras de una ideología, la
cual hace posible, en nombre de una praxis, que ninguna palabra sea fútil.
Vienen a la memoria aquí, las palabras de Luis Andolfi en el Prólogo a su Obra
Poética:
“… el poeta supo y pudo elegir sus trofeos y
desdeñó los oropeles en beneficio de la genuinidad y de la belleza.”
Imposible es no reconocer que esta personalidad
vibrante y siempre interpelante, condensada en el tiempo, crece como metonimia
de nuestra historia reciente. Historia que por cuyos efectos fragmentarios, aún
demanda tareas reconstitutivas.
2.- Recuperación del origen:
propuesta.
De
todos los desafíos y necesidades que nos marcó la recuperación de la democracia
representativa, la reconstrucción del universo simbólico siempre fue una de las
más urgentes, sustantivas y lentas.
Hemos reivindicado, como
sociedad, el ejercicio básico de la libertad cívica cifrado en el derecho a
elegir nuestras autoridades por la vía del voto. Pero es preciso aún, promover
una mayor diversidad de gestos y acciones, individuales y colectivos, que
permitan deconstruir habitus y prácticas de la cultura autoritaria y represiva
internalizados durante los largos años de dictaduras y que sobreviven
enquistados, larvados o naturalizados en
múltiples espacios y discursos.
La
censura, el miedo, la delación, el no compromiso horadaron los basamentos de la
red social y cultural vaciándola de sentidos y valores. La supresión del otro
como instancia de constitución y legitimación de un “yo” que por ello se piensa
absoluto respecto del resto de la sociedad, la construcción gradual y orgánica
de un discurso de censura cultural de poder totalizador que penetró y caló
hondo el arte, la educación, las normativas, las costumbres, las formas de
decir y el qué decir, fueron parte de un proceso acumulativo que alcanzó diversos niveles de diseminación
y profundidad.
Mucho se ha
restablecido pero aún demanda de tareas sutiles, como una práctica de
resistencia y ejercicio de conciencia crítica, sobre aquellas esferas que
movilizan aún los actos y gestos menos cotidianos y, aparentemente, menos
políticos. Desde ese lugar hemos leído y analizado una parte del discurso institucional
y reconocimos en esa estructura la huella del tiempo histórico en su condición
compleja y polémica, la marca de una creación que sale a la luz y nos refleja.
La fórmula de juramento vigente, cristalizada en el tiempo, nos remite a una
intencionalidad y voluntad difícil de vincular con los reclamos del presente.
Entendemos que es positivo continuar desmantelando aún
los micro-espacios donde se alojó la
palabra censora con sus rasgos de masividad amorfa y asepsia inmovilizante e
individualista.
Entendemos, también, que el presente nos reclama la
producción de signos y acciones implícitas en ellos, que den cuenta de otras
interpretaciones de la entidad universitaria.
Creemos, igualmente, que mirar el origen no es mera
acción restitutiva idealizante sino recuperación de un legado que apoye la
ardua tarea de recongregación democrática que estamos empeñados, diversa pero tenazmente, en construir.
Sostenemos, a la
vez, que la recuperación de la otredad en todas los espacios institucionales y
con más razón, en lo discursivo como sostén de la acción, es un aspecto clave en la fundamentación de
los actos institucionales.
Por
ello, proponemos la modificación del texto de la fórmula de juramento de la
siguiente manera:
Señoras y señores:
La Universidad Nacional de Salta les hace entrega
por mi intermedio del título de ..., que acredita la suficiencia en la
profesión que han elegido, comprometiéndolos al leal desempeño de la misma
mediante su incorporación a la comunidad de la que formamos parte y a la que
deberán servir. Por ello, ésta Universidad les pide juramento.
a) Juran por Dios, por la Patria, por estos Santos Evangelios y por su
honor …
b) Juran por Dios, por la Patria
y por estos Santos Evangelios …
c) Juran por Dios, por la Patria
y por su honor …
d) Juran por la Patria y
por su honor …
e) Juran por su honor …
…ser conscientes de que el título que les otorgamos es fruto del
esfuerzo de toda la comunidad y que, en consecuencia, el ejercicio de sus
profesiones estará al servicio de la justicia social, y el desarrollo regional,
nacional y latinoamericano. Juran ser fieles a estos principios, respetando y
haciendo respetar la Constitución Nacional y trabajando por la paz y la unidad
de nuestro pueblo y demás países hermanos, anteponiendo el sentido de
solidaridad a todo afán de lucro o de prestigio profesional. En el cumplimiento
de este compromiso se reconocerá su honor.”
Rta. Sí, juramos.
Caben algunas apostillas a esta
propuesta.
Recuperamos
el texto fundacional, re-escribiéndolo como búsqueda crítica de esa “filosofía” inicial, fundacional; no para impugnarla
sino para reconocerla y desde allí
considerar sus supuestos, sus alcances, sus límites y revalorizar la actualidad
y vigencia de aquellos aspectos y contenidos que vigoricen las funciones y
fines presentes.
Valorizamos
las formas de otorgamiento de la palabra que permitían la clara y equilibrada
intervención de la autoridad institucional y del graduado en la realización del
juramento. Leímos, en ese sentido, críticamente el significado de su
transformación por decisión de las autoridades de facto. La voluntad indiscutida era restaurar esa modalidad pero
aún cuando el cambio de contexto socio-político-institucional lo fundamenta y
posibilita, hay razones de orden práctico que la hacen inviable. En los
primeros tiempos el número de graduados permitía esa forma casi “dialogada”;
hoy, resulta irrealizable. Antes que incoherencia o quiebre del análisis,
mantener esa modalidad es,
entonces, una consecuencia necesaria o
imperativo práctico.
Priorizamos,
por ello, destacar algunas maneras por las cuales el lenguaje nos permite
organizar una alocución que sea, en sí misma una proposición con efectos de
valoración de lo colectivo, de lo identitario, de lo personal que es político:
de allí, el uso de un nosotros con
sentido inclusivo, en boca de la autoridad universitaria que destaca la
pertenencia a una comunidad que genera responsabilidades y la participación del compromiso público. Este
uso se refuerza con las formas de segunda
persona plural del verbo jurar más fieles a los usos lingüísticos
locales que a los hispánicos.
VI.
CONCLUSIONES.
Aún cuando tenemos un precario
distanciamiento con la realidad inmediata, vivimos en un tiempo histórico menos
atenazante desde lo directamente represivo pero a la par nos enfrenta a un
horizonte social convulso y crítico. Esto constantemente conflictiviza nuestra
relación con la institución universitaria como real espacio público y nos convoca a redifinir nuestros puntos de
partida y nuestros modos de hacer.
La realización de este trabajo creó una
situación de lectura de lo institucional que lejos de ser convalidatoria o
meramente historicista abrió otro escenario de interpretación de su desarrollo.
Sabemos que en nuestra cultura
los cuerpos, literales y simbólicos, no son sólo los que se muestran con mayor
o menor sutileza. Están atravesados por complejas encrucijadas, por profundas
conflictividades, potenciados o amordazados por relaciones de saber y poder.
Las fórmulas de juramento de la
U.N.Sa conforman, sí, un cuerpo textual y discursivo que no es enigmático ni
obvio pero pone en evidencia a partir de esa existencia dialéctica de las
palabras, la contingencia de los usos a las que fueron sujetas. Podremos
disentir en mayor o menor medida con las expansiones de sentido en que derivan
pero no en que develan de un modo insoslayable la naturaleza, la condición de
las cosas y los hechos y muestran, allí mismo, el sistema de relaciones
sociales de una situación dada.
Somos parte de una sociedad y de un momento histórico, que en 22 años
de haber recuperado las instituciones para la vida democrática, ha hecho
posible con valor y no sin dolor el debate sobre la significación concreta de
las dictaduras y su herencia política, económica y cultural. Por estos días,
asistimos a la reapertura del debate sobre violencia y política y, en él, al
análisis de la significación de los 60 y los 70 como escenario de la lucha
armada. Debate que sin idealizaciones y con una distancia desapasionante y
rigor intelectual, comienza a arrojar interpretaciones, valoraciones de hechos
complejos y polémicos que marcaron los tiempos subsiguientes.
Por lo tanto, esperamos que
esta mirada sesgada sobre una parte del discurso institucional se pueda sumar a
otras que problematicen nuestras razones y nuestras condiciones institucionales
para afirmarnos en la responsabilidad política esencial: la defensa de la
libertad buscando el bien común no como absoluto heroico que enceguezca sino
como un desafío cotidiano que nos lleva a hacer posible lo propio sin desoírlo.
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